Si alguien nos preguntara por la calle, "¿Es usted racista?." todos, o al menos la mayoría, diríamos categóricamente que no. Aunque es cierto que hay un sector que no solo no condena el racismo sino que lo promociona, tenemos la suerte de que son escasos, pero por desgracia ruidosos. Pero aunque lleguemos a indignarnos con el racismo, todos tenemos un pequeño Hitler en nuestro interior, con el que luchamos para que no aflore. Es decir, todos somos un poco racistas en el fondo. Ejemplos a tomar en cuenta muchísimos. Términos como "PANCHITO", "NEGRATA", "GUACHUPINO" y otras lindezas, son exhalados como esputos hacia otros seres humanos, con la única intención de ofender al receptor de dicho "halago". El racismo está presente en todas las parcelas de nuestra existencia, y es aceptado como tal. Tenemos series de televisión en las que el propietario de un bar, contrata a inmigrantes, a los cuales aparte de explotarlos, los humilla llamándolos "MACHUPICHU". Y el señor que encima va exhibe su racismo, es considerado como gracioso, y en una serie de éxito. Patético.
Pero es que como he dicho, todos reprimimos esa parte de nuestra personalidad. Nuestro subconsciente sabe que no queda bien ir demostrando determinadas limitaciones mentales. No queda bien. No está de moda. En otras épocas quizás la supremacía de la raza quedara bien, incluso como de patriota. Ya lo dice el refrán que no hay más tonto que el que no quiere ver. Ver como alguien grita a un inmigrante "vete a tu puto país..." porque no le gusta la cara de este, o por cómo le mira, porque supone que es superior por tener otro color de piel. Ridículo. Y más sabiendo como es el ser humano, de cafre y estúpido, se crean lugares donde poder desatar esa estupidez y cafreria, para que el energúmeno que llevamos dentro salga y no estalle dentro de nosotros. Lugares como los campos de futbol, donde el ganado puesto en gradas grita e insulta a los jugadores de raza negra (ignorando en muchos casos que en el equipo de futbol del que son aficionados también tiene personas de esa raza). Esta gentuza que no debería salir de una jaula del zoo, y ser exhibidos como lo que son, Neandertales son por suerte especies en extinción. Hay mas lugares, en los cuales se desata esa euforia racista, pero realmente no hace falta mucho para que salga en definitiva nuestro otro yo. Y si, me incluyo. Me incluyo porque yo mismo escribiendo estas líneas, me he sorprendido dejando rienda suelta a esa parte de nuestra personalidad.
Desgraciadamente, como ya he repetido antes, ninguno estamos a salvo de nosotros mismos, y en mi trabajo, por desgracia, no hay muchas oportunidades de fomentar la ocultación de este sentimiento. Yo trabajando de teleoperador telefónico, tengo muchos compañeros a los que oigo, e incluso yo mismo me sorprendo cuando alguien del otro lado del mar, nos transfiere una llamada que no corresponde. Argentinos, Costa ricenses, e incluso chilenos, nos transfieren llamadas, e incluso las gentes que nos llaman, hablan de "QUE MENOS MAL QUE ME ATIENDE UN ESPAÑOL". El problema no es que ellos trabajen mal o lo hagan sin ganas. El problema es que no se les dice lo que tienen que hacer, y tampoco se les controla lo que hacen. Son como vulgarmente se dice, asquerosamente amables. Empalagosos como ellos solos. No es que sean muy empáticos, puesto que son bastante "cuadriculados" a sus normas. Y lo peor es que les falta un pequeño conocimiento. El conocimiento de la idiosincrasia de los españoles, los cuales, como todo el mundo conoce (léase con sarcasmo), lo saben todo. Volviendo al tema que nos atañe, el racismo está en todas partes. En la calle, en las escuelas, en el trabajo, en la política. Por suerte parece que vamos evolucionando poco a poco, incluso en los Estados Unidos, que ya tienen un presidente de raza negra. Nuestra historia tiene momentos de alto racismo, como fueron las épocas de genocidio de las razas de América con los conquistadores. La guerra de secesión en Estados Unidos, cuando los estados confederados tenían más esclavos que ciudadanos. La II Guerra Mundial cuando los judíos fueron masacrados por los nazis. Y en la actualidad, en la que los propios judíos hacen lo mismo con los palestinos. Es triste, puesto que muchas víctimas del holocausto nazi, se revolverían en sus tumbas al ver lo que hacen sus herederos ahora. Quienes olvidan su historia están condenados a repetirla. Por desgracia, nadie aprende, nadie evoluciona, y nadie cambia. Es lo triste de la humanidad. Como decía Mafalda, yo amo a la humanidad... lo que me jode es la gente.
lunes, 5 de enero de 2009
ESA LACRA LLAMADA RACISMO
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